MODA

Al descender pensando en mi abuelo Juan doy voz a este blog que se pierde en la voz de las cabinas que preguntan siempre la hora a otras. Tienen orejas que escuchan bien entre los muertos que desfilan en esa proa de baba disimulada de la vida y de la puta de babilonia; modelando, regateándo, llena de callecitas de pan infectadas en la cara de la historia que no sé como relatar esa muerte pisándole los talones a María a Ohannes a Garabed a Aris a Sarkis a Jazmín a Siranush, como ponerle voz a ese vestido blanco de la locura y el olor a vómito de los asesinos, decapitadores, de las madres del terror preparando la comida para sus monstruos y de los pejerreyes de Occidente jugando al ajedrez. Todos desfilamos mucho antes de la inquisición hacia las hogueras por el amor de algún dios, por ese amor a todo dios que esta en paradero desconocido, no aparece para derretir el hacha ensangrentada y para exterminar el odio de nuestra especie asesina donde desfilan millones de niños hacia las ratas cada amanecer, cada minuto, y me voy entre cuerpos cercenados hacia la aventura de escapar, de cuando salvaron la vida aquel 14 a la madrugada, escapando entre las suertes que también escapaban de su corta vida y sacar la loteria de no ser descuartizadas por los estilistas turcos y algunos alemanes de alta costura también diseñadores de cortar cuellos, que no pudieron con todas las cabezas y que no lograron degollar a mi abuela.