Las baldosas con sus piscinas en las borracheras ven pasar los muchachos de los silencios, ellos disfrutan de las estrellas cuando la noche tiene olor a pan de nuez para cuidar la piel y el viaje broncodilatador ante cualquier duda con el asado o el dulce de leche o la mujer del gaz, dejar que las caricias busquen su bísturi con la lengua, acariciadas en riesgos laborales y todas anotadas para pasear por cualquier mundo,
en su vagina de masitas de dátiles, orificios de bala y preciosas amorosas salsas con la boca cocida a besitos que en seis semanas lo llevan a usted y a los que salen en la conversación con la Alcaldesa a estar entre rejas.
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