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Quedaba una cama en la heladera con sangre verde para tender quietos adentros de la planta de un montón de sangre en la oficina del primer piso. Muchos camareros y cocineros están ahora manipulados desde tal mesa, dormidos con la boca llena de migas de pan de finas hojas de cal y cangrejo; todos los portafolios del bar están llenos de migas de pan de diferentes tamaños, de molde francés nuez naranja de rostros de huevos y de sangre; es enana alta, tiene olor a gas a lilimento armani casi ovalada su pollo como una bandada de papeles sin luz, viene colgando en una bolsa como una jaula en un tren de alta rotatividad en la oscura hoja de su cara, cola naranja pecho blanco alas grises lilas cortadas en rodajas infladas; segundito aterciopelado silbido de la rata entre los cuadros que giran como gallinas sordas sardinas perfumes y criaturas escondidas; buenas tardes larguísima baba, bellísima calabaza, total; en mitad de todo esto queda en el fondo del aire esta escritura que se hunde más atrás de diversos tonos de su riñon.