Este texto es sobre el abuelo de José Saramago y
dice que al oler la muerte que lo esperaba en el hospital donde lo llevaban,
bajó al huerto y fue a despedirse de los árboles que habia plantado y cuidado, llorando y abrazándose a cada uno de ellos,
como si de un ser querido se tratara.
Este hombre era un simple pastor, un campesino analfabeto,
no un intelectual, no un artista, no una persona culta y sofisticada
que hubiera decidido salir del mundo con un gran gesto que la posteridad
registraría.
Se diría que estaba despidiéndose de lo que hasta entonces había sido
su propiedad, pero su propiedad, eran también los animales de los que vivía
y no se acercó hasta ellos para decirles adiós.
Se despidió de la familia y de los árboles como si todo
fuese para él su familia.
"Defender los árboles
es defender la Tierra.
El abuelo ya lo sabía, y
no sabía ni leer ni
escribir".
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