Los pajarracos y sus doctores usaban cadenitas en los tobillos que estaban fosforescentes lilas naranjasnegras y se asomaban detrás de las cortinas debajo de la tierra entre los hondos ojos que pasaban, rozaban con la lengua y volaban hacia el primer piso donde otros lechones con collares celestes y besos asesinos dejaban entrar a los rabiosos y como higos y sapos a las brasas se transformaban en duendes coloreados y con mucho cuidado dejaban solo que el silencio supiera quienes se divirtieron y rodaron con el viento.
No comments:
Post a Comment