Entreverius

Han volado los años con sus recetas y revistas viejas y las revistas del armenio Enrique que tenía como mil pero no se prestaban en aquellos tiempos de Jacqueline Bisset y Gina Lolobrigida y seguimos organizando asados, copetines, entre todos los planetas como jugadores de bochas deslizándonos sobre muslos de pollo a la miel del tiempo y sus enfermedades, escalando como amantes de no hacer nunca nada pero sobran las ganas de organizar con un exquisito tiempo fuera de toda realidad escrita o escuchada. El Mundo ha cambiado sus despachos, sus muebles y sus sustancias o sigue cada vez peor o mejor o dicho quién sabe, tampoco uno acomodado o muerto siente que no se pueda volar hablando por hablar, pero resulta emocionante cuando los recuerdos se aparecen en un café de Buenos Aires de Montevideo o de Barcelona y volver a verte para conversar y flotar sobre barras y ramos generales y establecimiendos de masoterapia que le gustaba tanto la tia Jackie de New York y a su novio el Doctor Arturo y a todos los cocineros del Café Bacacay van mis saludos cordiales y uno especialmente a Sofia Loren del otro lado de los Pirineos y es importante aclarar que lo principal es la luz, queridos muchachos de la alegría, es con la luz donde una se deje tragar por el entrevero este de las palabras, por el lente de la lámpara y la mirada que avanza y se sienta en la mesa 14 y antes de sacarse el foulard el roquefort el foie y el vin de la maison avec la tarte tatin, antes de todo eso, ya tenía el café curt descafeinat amb sacarina en la taula, encroyable món ami, la camarera le miraba como si lo conociera de toda la vida y como un calambre o una puntada o un pinchazo sintió atravesar sus venas ante sus ojos de cuatro hijos, una delicia en su mirada para toda la vida, una fragancia divina,... todas las luces levantan a medias sus nalgas que se alzan levemente como media porción de flan de frutos secos con helado de yogurth.