Los sentidos con sus obsequios
salen como sicindelas
cruzan abrazadas al viento
echadas en su sofá de cebollas
y aparecen como la propia sed
repartiéndo miradas
que funcionan cuando quieren,
se pelan, salen, se masturban,
caminan en sus alfombras,
siempre quieren y están insoportables,
no aguantan más.
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